Los madereros acaban con su entorno
y los integristas religiosos ‘devastan’ su cultura. Este es el sino de los
pueblos indígenas amazónicos, que han vuelto a ser objeto de agresión
por parte de un documental de la televisión australiana, que les describe como
auténticos salvajes.
Una indígena suruwaha de la
Amazonía, con sus hijo.| Survival
Las víctimas, en este caso, son el
pueblo suruwuaha, que vive en una demarcación del estado de Amazonas (Brasil) y
que ya no son más de 150 personas. Los autores del documental,
según Survival Internacionalrelacionados con
grupos integristas evangelistas, asegura que son “asesinos de bebés” y que
practican cultos suicidas de la Edad de Piedra.
El programa fue retransmitido por el
Canal 7 de la televisión australiana y se ha colgado en Youtube con el título: “Amazon’s Ancient Tribe. First Contact”. En
el mismo, aparece su director, Paul Raffaele y el reporteroTim
Noonan, visitando un poblado suruwaha.
Ambos ‘venden’ su aventura como si
fuera el primer contacto con una tribu aislada, cuando la realidad es quehan
tenido contactos esporádicos desde los años 20 del siglo pasado, han sido
objeto de hasta seis documentales anteriores y, además, con ellos convivió un
misionero que les ayudó a conseguir demarcar su territorio, aunque también
abrió la puerta a la llegada de otros con objetivos evangelizadores muy
distintos.
Misioneros fundamentalistas
Fueron estos misioneros
fundamentalistas, ligados según la ONG a la asociación JOCUM,
quienes difundieron la idea de que matan a los bebés. “Es absolutamente falso.
Ha habido alguna muerte, pero esporádica, igual que ocurren en Inglaterra, y no
por ello se dice que los ingleses matan a sus recién nacidos”, señala Fiona
Watson, responsable en Survival Internacional de la campaña a favor de este
pueblo en su sede de Londres.
Por lo que se ha averiguado, el
Gobierno y los propios indígenas permitieron la grabación porque Raffaele
aseguró que iba a ser un “documental positivo”. Así se lo dijeron también a
Daniel Garibotti, de la productora Cipó, que asistió en la logística al equipo
australiano. “Nos dijeron que se haría un retrato honesto y preciso, pero
tenían el objetivo evidente de producir un reportaje lo más sensacionalista
posible”, ha denunciado Garibotti, muy implicado en la defensa de los pueblos
indígenas.
Un niño suruwaha, de una de las
comunidades acusadas de violar los derechos humanos.| Jemerson Higino de
Azevedo/Survival
Los suruwaha, que fueron
diezmados por los caucheros y otros extranjeros en los dos últimos
siglos, se refugiaron en las profundidades de la selva, en la cuenca del río
Purus, donde vivieron aislados hasta los años 70.
En el documental australiano, sus
autores aseguran que viven como gente “de la Edad de Piedra” y “fomentan el
asesinato de los niños discapacitados (…) del modo más dantesco posible” porque
los “abandonan en la selva para que las bestias salvajes los coman vivos”.
Afirman que son responsables de “una de las peores violaciones de derechos
humanos del mundo”.
Respuesta de la cadena
Survival escribió a Channel 7 para
explicar los muchos errores y distorsiones que contiene el reportaje, pero la
cadena ha rechazado todas las acusaciones. La entidad que regula la televisión
en Australia, ACMA, ha abierto una investigación formal.
Este acoso mediático a los suruwahas
sólo se explica, para Survival, en el hecho de que los fundamentalistas de
JOCUM (Jóvenes con una Misión) fueron expulsados de sus poblados,
después de que hicieran el documental ‘Hakani’, en el que les acusaban
de enterrar a una niña viva. Más adelante JOCUM tuvo que reconocer que era
una información imposible de contrastar.
“La explicación a este nuevo
documental está en que Raffaele quiere ser el explorador, el héroe, que se
enfrenta a los salvajes y recaudar fondos”, apunta Watson. De hecho, en la
página web del documental se recaudan fondos para una organización relacionada
con JOCUM.
Historial del director
Además, no es la primera vez que
Raffaele, antiguo colaborador de la revista Smithsonian, se enfrenta a la
polémica. En 2006, hizo otro documental en el que aseguraba que un chaval de
Papúa iba a ser ‘canibalizado’ por su tribu. Ante la avalancha de críticas de
antropólogos e indigenistas, tuvo que admitir su error.
Para Fiona Watson, el peligro de
estos documentales es que “hacen un daño tremendo a la imagen de los pueblos
indígenas, al retratarles como violadores de los derechos humanos por
puro sensacionalismo“.
El director de la organización,
Stephen Corry, también ha declarado que “es uno de los reportajes más tendenciosos,
engañosos y vergonzosos que he visto en mi vida. Programas como este están
diseñados, claramente, para que tengan el mismo efecto: sugerir que no merecen
tener derechos. La idea de que una absurdez de este calibre pueda ayudar a los
niños indígenas le quita a uno el aliento”.
João dal Poz Neto, antropólogo de la
Universidad Federal de Juiz da Fora, que trabajó con los suruwahas en 1994, ha
asegurado que “el infanticidio entre los suruwahas se limita a casos puntuales
donde múltiples factores entran en juego, pero no hay ninguna ley que condene,
y ninguna “costumbre” que así lo requiera, la eliminación de los neonatos no
deseados”.
Separación de los hijos
En similares términos se expresa
Miguel Angel Aparicio, antropólogo del Consejo Misionero: “El infanticidio
entre los suruwahas es insignificante. La película ‘Hakani’ fue iniciativa de
los fundamentalistas, que han perdido terreno desde que el Gobierno les
prohibió el proselitismo. Para atraer la atención de los medios y de la opinión
pública, los suruwahas son víctimas de una campaña que los criminaliza
y los animaliza“, afirma.
Por otro lado, en Brasil está en
discusión el borrador de la llamada Ley Muwaji, promovida por los
evangelistas del país, que pretende que las tribus informen a las autoridades
de todos las mujeres embarazadas “en situación de riesgo”, si bien no se
describe esta última. También autorizaría a separar a los bebés de sua padres
si hay “sospechas” de infanticidio, que tampoco se especifican.
Desde Survival están intentando que
el canal Youtube lo retire de sus contenidos, a la vez que han hecho una
denuncia informal para evitar que se repitan informaciones como ésta.
Por Rosa
M. Tristán
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